Historia de un sueño

He pensado hacer la historia de por qué Diplo se une a las hordas del Caos, y como me ha salido un poco larga, la voy a poner un poco por partes:

Diplo observó su reflejo en la calma superficie del agua y asintió. Su rostro, moreno y curtido por el sol, denotaban una vida de trabajo; sus manos fuertes y callosas, el esfuerzo; sus ojos, el rencor y la fría determinación de la venganza.

Perdido en el fondo de sus ojos observa, a través de ellos, su interior y su pasado. Lentamente, vuelven a él sus pérdidas y sus razones, y con ellos, la ira. Anida en su corazón y corre ardiendo por sus venas, músculos, sacude cada fibra de su ser con un frío pensamiento: muerte...

Se despertó en su catre, temprano. Una vez más, los susurros de sus sueños lo han sobresaltado. Nunca alcanzaba a distinguir una palabra... como un sueño muy vívido que al despertar, se escurre entre los dedos de la consciencia. Se dirigió al pozo, se refrescó con agua fría y desayunó un poco de pan con queso, con algo de vino para bajarlo todo. Tras ello, cogió su hacha, atrancó la puerta y fue al trabajo.

Cortar madera no es el sueño de nadie, pero alguien debía alimentar las fraguas de la guerra. El olor a madera, a savia y a resina, ver el esfuerzo tras golpear una y otra vez con tesón recompensado, era algo que le gustaba. Tras recibir la paga de un oficial del Imperio, escasa como siempre, dirigió sus pasos hacia el mercado.

El mercado, lugar variopinto donde los halla, consistía en una plaza llena de toda clase de productos, desde frutos de la tierra a artesanía enana o juguetes mágicos de los elfos.

Fue entonces cuando la vio, al fin. Ella, una joven alta y morena, de gesto alegre y risa fácil, vendía flores cada día con una gracia natural como si de una elfa se tratase. Cada día la veía pasar, una sonrisa de él, otra suya y todo quedaba en un sentimiento de simpatía compartido. Pero hoy sería distinto, hoy.. hoy...

"¡Hoy declaro abiertos los reclutamientos del ejército de Sigmar, para derramar la sangre de la Plaga en el nombre del gran Emperador!" , proclamó un caballero noble con armadura, documento en mano.

Haciendo caso omiso del remolino de curiosos y buscavidas que ya se acercaban al noble, Diplo se dirigió hacia ella. Pero, al tiempo, un par de soldados la cogían de las muñecas. Se detuvo en seco.

"Además, traemos orden de prender a esta hechicera oscura que se aparta del camino de la luz y corrompe este poblado. ¡Registradla!"

El gentío empezaba a ser cada vez más cuantioso, y guardaba un silencio expectante. La muchacha se debatía sin mucho tesón, y el silencio fue roto por uno de los soldados al dejar el cuello de la chica al descubierto:

"La estrella de ocho puntas, mi señor. ¡La marca del Caos!"

"Atadla y amordazadla, no os corrompa con sus falsas palabras. Mañana será ajusticiada en el nombre de Sigmar, y el fuego dará cuenta de su brujería" La multitud estalló en vítores. Todos, menos uno...

Ostia, muy wapa diplo... a ver si la peña se anima y ponemos nuestro transfondo =)

Poco a poco, tras llevársela los soldados, el gentío se dispersó, mientras él permanecía en el sitio, mudo aún. Estupefacto, anonadado, confundido.. Pasó el resto del día en casa, dándole vueltas a lo que habia visto. En silencio. Vio de nuevo cómo le gritaban, la abucheaban, le arrojaban fruta pasada, le escupían. Acostado, intentando superarlo aún, sintió que el sueño le vencía..

"Diplo.."

El susurro le sobresaltó. Decía algo más, pero no lo entiendía.. Se dió por vencido y volvió a tumbarse.

"Por..

De nuevo un susurro, parecía el roce de una telaraña, o acaso un espíritu. ¿Pero es que me estoy volviendo loco?- pensaba- Es una bruja, pero a pesar de ello, yo..

"Yo...

¡Otra vez! No podía estar soñando. La desesperación y la rabia anidan en él, y por fin lo ve claro: ¡la ama! ¡Será suya!

"Sálvame"...

¡Es ella y lo sabe! Se vistió, cogió su hacha y salió de casa, camino del cuartel. Es tarde, y las patrullas vigilan con desgana. De sombra en sombra, avanza. Salta el muro del cuartel, y entra por una puerta trasera. No oye ningún ruido, y casi ve menos aún, pero avanza con decisión hacia la luz vacilante de una lámpara de aceite al final del pasillo. En ésa habitación encuentra un guardia dormido y más allá, las escaleras. Baja en silencio.

En los calabozos, húmedos y mal ventilados, la escoria del pueblo se pudre esperando en celdas dispuestas en un sólo pasillo. Pero allí está ella, su rosa del desierto, y al fondo, en una mesa, un guardia y una jarra de vino, ambos por el suelo, descansan. "Coge las llaves"- le dice- "Las tiene al cuello".

Diplo se acerca, suelta la cuerda del cuello del guardia, éste gruñe en sueños, pero no se despierta. Cada vez más nervioso, se acerca a la celda. Frenético, busca la llave, apenas puede contener el temblor en sus manos. Va probando y al final, abre y cuando se acerca a ella para soltar sus grilletes..

"¡Eh, tú!"-grita el guardia de arriba, bajando ahora a la carrera. Le tira las llaves a la muchacha y las atrapa al vuelo, buscando la correcta para soltarse manos y pies. Diplo sale al pasillo y embiste con el hombro al guardia a la carrera, dejándolo sin desuello y en el suelo. Saca su hacha, la levanta... y con el mango le golpea la cabeza, noqueándolo.

Al punto, oye cómo el vigilante ebrio ya carga, espada en mano, hacia él. No está preparado, aún le tiemblan las piernas y las manos del nerviosismo y la adrenalina, intenta volverse rápido, parar la hoja, pero no va a poder.. Cierra los ojos, espera el dolor, pero éste no llega, aunque oye la hoja al cortar la piel y el hueso. Se gira y ¡es ella! Ella le ha salvado, pero a qué precio... Ya sin dudas en su mente, su pulso es firme. Empuña el hacha y esta vez, no usa el mango. El guardia se desploma, cada parte de él por su lado.

Deja caer el hacha y se arrodilla junto a ella. La herida es demasiado grave, y la sangre mancha el piso. Con lágrimas en los ojos, diciéndoselo todo con una mirada, ella le susurra:

"Vive por mí, sirve por mí; por lo que siempre seré para ti..."

¿Por qué?, se pregunta. ¿Por qué la han encerrado? ¿Por qué ha tenido que morir? ¿POR QUÉ? El susurro de sus sueños ahora es claro, como un trueno en la noche: "¡Por Sigmar!"

"¡Por Sigmar!", grita el guardia, recuperado, espada en alto. Diplo aún de rodillas, se vuelve, y lo mira. Para el golpe con el antebrazo desnudo, pero descubre con horror y sorpresa que ahora es una espada... Sin detenerse mucho a observar el cambio, derriba al guardia de un manotazo y acaba con él. La sed de sangre que lo posee ahora es inmensa, y su visión se enturbia con una neblina roja. Recoge el hacha y, uno por uno, entra en los dormitorios y acaba con los hombres del Imperio. Y en cada ocasión, siente que la venga de nuevo, y el susurro se hace más fuerte: "¡Por Sigmar!", y una risa como cuerdas de acero lo acompaña.

Al acabar, huye de allí a la carrera. Su alma, saturada de pena y rabia, se enciende con el odio como lo haría un barril de brea ante el fuego. Su brazo vuelve a la normalidad, y cae rendido en un claro del bosque. Allí, en el suelo y de rodillas, bañado por la Luna, el susurro le enseña, le adoctrina, derriba los últimos restos de cordura en su mente y cimienta profundamente la alta torre de la locura, dejando en lo más alto su amor por ella y su deseo de venganza.

Amanece, y se mira en la superficie del agua de un arroyo cercano. Asiente, y encamina sus pasos hacia el norte.


FIN